lunes, 9 de junio de 2014

TESTIMONIO MARIA TERESA HERRERA BONILLA : Una artista llamada por Dios

TESTIMONIO
MARIA TERESA HERRERA BONILLA : Una artista llamada por Dios 



María Teresa, en un centro de día para mayores de Cruz Roja. - Foto:JUAN MANUEL VACAS
ARACELI R. ARJONA ARACELI R. ARJONA 08/02/2009
COPIADO DEL Diario Córdoba |08/02/2009 -
Hace 16 años que María Teresa, mujer fuerte, alegre y con todas sus facultades intactas, acude a diario al centro de día que Cruz Roja tiene en la avenida del Aeropuerto, y dos que lo hace sola, tras enviudar de su marido tras 57 años de matrimonio. La historia de Teresa es larga y en boca de su protagonista, preocupada por describir situaciones y detalles, a veces casi se torna ejemplo de realismo mágico. Comienza en los años 20 en Cabra, en el seno de una familia humilde 
de siete hermanos que se muda a la ciudad en busca de un sustento mejor. En la memoria de esta mujer, sobreviven recuerdos del horror de la guerra, de los bombardeos y del hambre que arrasaría los estómagos de los hijos de la postguerra y la dictadura. "Mi madre se quedó viuda cuando yo tenía unos 7 años, pobrecita, nos daba de comer un día patatas y al otro las cáscaras", explica. Aficionada a la canción española desde muy pequeña, dejó el colegio con 14 años para trabajar de niñera con un médico. Su madre se oponía a su vocación musical. "Mi ídolo era Juanita Reina. Un día, una señora a la que llamaban ´La Carasucia´ me regaló una entrada de butaca para ir a verla al teatro". Lo que ella no sabía es que la invitación tenía trampa. "A mi lado se sentó un muchacho con ocho chavalones que después se ofreció a acompañarme a casa", recuerda, "pero me engañó y me llevó a otro sitio donde me dio de beber y abusó de mí. En esa época éramos muy ingenuas", asevera. Unos meses más tarde, aquel encuentro le pasaría factura. "Empecé a vomitar y me llevaron al médico, donde dijeron a mi madre que estaba embarazada". El padre de la criatura, un joven de posición, mantendría falsas promesas durante un tiempo hasta que finalmente se fue a Madrid con otra novia y ella se quedó en Córdoba al cargo del hijo. "Por las noches, bailaba sevillanas en una sala de fiestas hasta que volví a cantar". A la muerte de su madre, Teresa tuvo que ingeniárselas para continuar su carrera sin descuidar a su hijo. "En la misma sala donde cantaba, conocí a un camarero llamado Francisco, diez años mayor que yo, que me pidió matrimonio y nos casamos", explica. Fue entonces cuando, ante una oferta de trabajo en el extranjero, visitó a un hermano en Albacete y sintió la llamada de Cristo Jesús, convirtiéndose a la Iglesia Evangélica. "Desde ese momento, solo canto al Señor", asegura. Al tiempo, convenció a su marido para venderlo todo y viajar con su hijo a Canarias, ("fueron tres días malísimos de viaje en barco"), donde se había instalado una de sus hermanas mayores. La imposibilidad de Francisco para ser padre, les animó a adoptar un niño. "Yo quería una niña, pero las monjas me enseñaron un bebé con parálisis cerebral que no pesaba más de dos kilos. En un primer impulso lo rechacé, pero luego escuché una voz que me dijo: quién eres tú para poner faltas a algo que yo he creado, y me lo llevé a casa", comenta sin titubear. Gracias al esfuerzo y el tesón de Teresa y su marido, su segundo hijo, que vive en Canarias, mejoró y ahora tiene un trabajo, una mujer y tres hijos. Con los años, el matrimonio decidió volver a Córdoba, donde Francisco volvió a trabajar como camarero hasta que un infarto acabó por jubilarlo con 60 años. Hasta la muerte de él, juntos vivieron la dulzura de una vejez compartida. "No me casé enamorada, pero lo quise mucho".
TERESITA EN LA ACTUALIDAD CON 87 AÑOS